Julio 23, 2004
Antonio Mazzaro, Autor, Periodista, Filosofo y Profesor de Arte, Isla Mujeres, México
Lo primero que sobresale en las últimas obras del pintor Antoine Gaber es continuar la tradición impresionista del «plein air» dándole nuevas energías. Baudelaire escribió sobre los impresionistas: «Sus estudios son así, rápida y fielmente por todo lo que hay de más inconstante e inalcanzable en la forma y en el color, desde las olas y desde la nubes, que llevan siempre escrito en un margen la fecha, la hora y el viento. (…)
También la luz de su pintura recuerda en cualquier forma su origen Egipcio, que puede decirse marca su destino impresionista y su relación con la música. Es suficiente pensar a cómo describe su música Debussy: «Prefiero las pocas notas de la flauta de un pastor egipcio, que colabora con el paisaje y oye armonías que sus tratados ignoran. ¿Coincidencias? ¿Será otra coincidencia que el alma artística de Gaber se desarrolla como fotógrafo y los impresionistas tuvieron su primera exposición en el estudio fotográfico de Nadar? No creo.
La musicalidad de las pinturas de Gaber es indudable y es el motor que permite al pintor recrear el impresionismo y no copiarlo. Eso se hace claro en la pintura Water lilies, donde los colores, al esfumarse hacia un gris, añaden al tiempo y a la naturaleza, en su constante movimiento, el suspenso del momento irrepetible de la naturaleza, que rompe la forma de la frustración de uno de los padres del impresionismo Monet :
«Estoy obligado a continuas transformaciones, porque todo crece y reverdece. En suma, a fuerza de transformaciones, sigo la naturaleza sin poderla aferrar, y luego éste río que desciende un día verde, luego amarillo, hoy por la tarde seco y mañana será un torrente».
Antoine Gaber resuelve ese conflicto a la manera de Van Gogh . El pintor Vincent Van Gogh en una carta a su hermano Theo le dice: «No quiero pintar buscando mostrar exactamente lo que veo, como los impresionistas sino que me sirvo, para expresarme con más fuerza, de colores arbitrarios». Solo utilizando una pincelada menos fuerte y más evocativa, el contraste de los colores en Antoine Gaber es más reflexivo que la forma impactante e involucradota de Van Gogh. Si éste último refleja de cualquier forma la poesía de Rimbaud en Gaber, se reconoce el estilo de Mallarmé, es decir el silencio. El silencio de quien observa la realidad no de forma destacada. Como en todos los impresionistas hay una voluntad declarada de calarse enteramente en la realidad para evidenciar todos sus lados positivos y placenteros. Y también las representaciones paisajistas o rurales llevan el signo de la belleza, de la civilización y son paisajes vistos con ojos de ciudadanos. Referencia ésta que nos reconduce a la actividad de investigador en contra del cáncer de Antoine. La vida de Gaber y su vida artística tienen una fuerte relación y una no sirve para evadirse de la otra sino para complementarla. Es en éste equilibrio entre quien ha conocido y sido espectador de la cotidianidad de una enfermedad como el cáncer y el sentimiento de una belleza que no quiere olvidarse de esa realidad, el impresionismo de Gaber recrea esa sensibilidad propia del arte impresionista.
Antonio Mazzaro, Autor, Periodista, Filosofo y Profesor de Arte,
Isla Mujeres, México