Julio 1, 2006
La obra de Antoine Gaber por Prof. Giampaolo Trotta, Críticos de Arte
Entre el pasado y el futuro, una rutilante vitrina de formas y contenidos del arte contemporáneo internacional como pulsión de vida.
(Para descargar El catálogo, del evento, editado especialmente para la iniciativa «Pasión por la Vida«)
1 julio 2006
Inauguración oficial de la exposición personal «Pasión por la Vida» de Antoine Gaber en el exclusivo» Museo Diocesano della Chiesa di Santo Stefano», Florencia. Giampaolo Trotta, crítico de Arte comentando la obra de Gaber durante una entrevista de Prensa.
Traducido de la cotización italiana, Cita literal
Inicia la serie de exposiciones en el Museo Diocesano della Chiesa di Santo Stefano de Florencia, una exposición personal dedicada al pintor canadiense de origen egipcia, Antoine Gaber que con justicia se auto coloca en la corriente postimpresionista. Su obra figurativa, de sorprendente continuidad, nos comunica, con una rica paleta cromática, imágenes y sensaciones ligadas al mundo de la naturaleza, recogiendo impresiones fugaces llenas de luz y de brillantes colores. Un tripudio de veloces pinceladas que nacen del fondo de su sentimiento melancólico y nostálgico pero que desea, dentro del rutilante arco iris de trazos matéricos incendiados de colores, que se plasmen y se mezclen con un efecto de luz alzándose prepotentemente en un himno alegre que late por la vida, donde todo es luz, incluso en las sombras de colores (de acuerdo con la lección de los impresionistas franceses) y en los reflejos del agua. Un homenaje a los grandes maestros como Monet, con aquellas flores y plantas arrastradas por una corriente en contraluz (con una referencia a la tradición preraffaellita inglés) y también al postimpresionismo donde los colores se vuelven más firmes, absolutos y violentos como en el estilo del último Michele Cascella.
La bella iniciativa de Pasión por la Vida que se lleva a cabo en el Museo Diocesano della Chiesa di Santo Stefano de Florencia y en el Hotel Baglioni nos parece interesante por dos motivos: primero, por la presencia de numerosos artistas extranjeros, de diferente nacionalidad, motivación y técnica artística, además de experiencia, currículo, capacidad y estilos de expresión, que representan sin duda un estímulo para Florencia, que desde hace tiempo, como es bien sabido, resulta ser una ciudad encerrada en sí misma y en el recuerdo de su glorioso pasado y no siempre abierta, sobretodo desde los años sesenta, para recibir la gran variedad de tendencias culturales y artísticas del arte contemporáneo.
Sin embargo, para los pintores y escultores jóvenes, es un estímulo, el poder estar en contacto con el gran patrimonio florentino, al encontrarse y confrontarse en un lugar tan rico de historia y encanto como lo es el Museo Diocesano della Chiesa di Santo Stefano de Florencia. Este intercambio y esta influencia inequívoca esperamos pueda en un futuro, ayudar a la Ciudad de Florencia a reintegrarse en un circuito internacional de ideas en el campo del arte y le permita recobrar el papel de protagonista que poseía en la promoción de manifestaciones y movimientos que han dejado una profunda huella en la historia del hombre.
Antes de hablar de cada uno de los artistas es importante mencionar, aunque en manera breve, la importancia histórica y artística del prestigioso lugar que hospedará esta vitrina internacional de arte contemporáneo.
El Museo Diocesano della Chiesa di Santo Stefano de Florencia se abrió en 1995, en parte utilizando los antiguos locales del ex convento de Santo Stefano y conserva obras de arte muy importantes como la estatua de mármol de la «Madonna con il Bambino»de Nino Pisano (sig. XIV), la «Madonna in trono con il Bambino e angeli» de Giotto (1290-1295), la «Madonna con il Bambino» de Giovanni del Biondo (sig. XIV), cuatro estatuas del colegio de Orcagna (sig. XIV), una tabla de altar de Quarate, de Paolo Uccello (1433/1434), la «Annunciazione»de Bicci di Lorenzo (sig. XV), un tríptico de Filippo Lippi y el «Incontro del servo di Abramo con Rebecca al pozzo» de Santi di Tito (1602).
Del Claustro, sede de la exposición de Pasión por la Vida, se entra en la Iglesia de Santo Stefano al Ponte. El Edificio Sacro es de antiguos orígenes, como se documenta ya en el 1116, pero su fundación real se llevó a cabo en el año 969. Basílica a tres naves con un ábside con dirección hacia el oriente. Reconstruida con una sola nave, la cual fue ampliada en 1233 y al inicio del 300. De su antigua fase románica, queda en la iglesia la parte inferior de la fachada a filaretto con dos portales laterales. El sector superior de la fachada y el bellísimo portal central en mármol blanco y verde pertenecen a la última fase gótica medieval.
En el siglo XVI se constituye, en algunas partes de la canónica y del convento, la Compañía de San Lucas, la cual reunía numerosos artesanos y joyeros de la zona. Los altares laterales, a lo largo de la nave, pertenecen a la segunda mitad del 500, inicios del 600. En 1585 se concedió la iglesia a los Agustinos de la Congregación de Lecceto.
En 1631-1641, el marqués Anton Maria Bartolommei, inició la reconstrucción de la parte interior. En 1637 se realizó el corredor lateral de la iglesia que va hacia el convento (eliminando las capillas inicialmente previstas a la conclusión de la nave transversal) Bartolommei en persona fue el arquitecto, ayudado en parte por el ingeniero Andrea Arrighetti (1592-1672), al menos en lo que se refiere al convento (del 1639, pero es probable desde 1634). Arrighetti fue amigo y seguidor de Galileo Galilei, apreciado de Torricelli, de Viviani y miembro de la Academia de la Crusca. En 1655 los herederos del marqués Bartolommei concluyeron el sector del ábside con la cripta y la parte del presbiterio. A partir del 1650, Ferdinando Tacca (1619-1682) también colaboró con el proyecto.
El majestuoso y escenográfico presbiterio, casi una estenografía teatral, inervada por un doble orden arquitectónico corintio en piedra serena, está formado de figuras geométricas cuadradas, rectangulares, octagonales y decagonales. Dicha arquitectura, única en Florencia, herética, heterodoxa y anteclásica es uno de los ejemplos más significativos de la exuberante originalidad barroca en la Toscana.
En 1894-1895 el arquitecto Luigi del Moro (1845-1897) colocó el actual altar mayor, proveniente de la iglesia de Santa Maria Nuova, obra de gran elegancia de Giambologna (1529-1608) del 1591, con al frente la espléndida escalera manierista de la iglesia de la Santa Trinidad, obra de Bernardo Buontalenti (1536-1608).
En agosto 1944 el edificio sufrió grandes daños, a causa de las bombas alemanas; en 1966 por la gran inundación y en 1993 con la bomba que colocaron en Via dei Georgofili; sin embargo siempre ha sido escrupulosamente restaurada.
Prof. Giampaolo Trotta, Críticos de Arte
Florencia, Italia